31 marzo 2006

 

Es viernes otra vez...

... y yo he decidido volver a casa andando atravesando el Retiro.
Y pensareis que estoy un poco tarada, pero es que con esto del cambio de hora mola lo de salir de currar de día y ver que se pueden hacer muchas más cosas. El tema es que no sé por qué en enero no lo hacemos igual (vale, sí, me argumentareis que por causa del frío), pero es que tenemos las mismas necesidades en enero que en mayo, y si bajas por el Retiro a las 8 de la tarde de enero no hay ni Blas (quitando a algún violador despistado o un yonqui buscando entre las yerbas un poco de maría congelada), y si bajas en mitad de abril, está todo lleno de una fauna variopinta.
Porque mira que se mueve una variada tipología faunística por el Retiro una tarde de primavera.
El peor grupo lo conforman las parejitas saboreando el despertar de las hormonas, tirados por el césped, retozando, tocándose los genitales, o bien potreando unos encima de otros en un banco. Porque fijo que pasas por allí cuando estás más sola que la una, más jodida que Herodes, te han dejado tirada en una cita importante, o tienes unas telarañas en la entrepierna de flipar. Dan ganas de ir a decirles cualquier burrada, o pasar de largo, hacerse un dedo (si la cosa está ya muy encendida) en el banco de al lado en plan voyateur salida.
Luego están los tarados de los patines, que lo llenan todo. Porque es que invaden todas las avenidas asfaltadas, los muy cansos. Joder, que se vayan a patinar por la Castellana, si hay cohones. Al menos la mayoría están bien entrenados y son espabilados a la hora de moverse entre la gente, pero luego ves al típico o típica torpe, lanzada en alguna cuesta, rezando todo lo que se le ocurre, y estampanándose de cabeza en la fuente del Ángel Caído (lo cual tiene su gracia, claro). A mí esos son los que más me molan, porque entretienen mogollón. Sólo hay que quedarse en un banquito mirando y haciendo una porra para ver cuántos se van a hostiar ese día delante de tu careto. Ayuda bastante repartir un poquito de aceite sobre el asfalto, la verdad... Porque entonces caeran los listos y los torpes...
El grupo "familia" es el más aburrido. Carritos y más carritos, con todos los accesorios, el biberón a juego con el chupete, el babero a juego con el pañal, el niño todo vestidito de azul corriendo, la madre tirando de él porque se quiere tirar al estanque a matar un pato, el padre mirando el culo apretadito de la patinadora que pasa a su lado... Todo un cuadro. Aburridísimo. Yo de mayor no quiero tener una familia de ese estilo porque debe ser un coñazo de impresión.
Los viejetes son los que menos guerra dan, comiendo pipas en sus bancos y de charleta con el resto de sus colegas vejetes; al igual que los guiris, que los pobres simplemente sacan su cámara de fotos y se forran a sacar las barcas del Estanque, o el geiser del Palacio de Cristal, o el culo prieto de la patinadora que ha vuelto a pasar por enésima vez por el Paseo de Coches...
Pero los peores peores peores del todo son (por este estricto orden de menor a mayor): los músicos que no saben tocar ni una sola nota, los puestos de marionetas llenitos de críos alrededor gritando y los que se disfrazan de Piolín, ratón Mickey, Teletubbie o similar. Porque mira que hay que ser gilipollas para plantarte un sábado o un domingo en una esquina, con 25 grados a la sombra, disfrazado con un traje casposo y lleno de bolas, a decir chorradas y hacer el moñas. Lo único bueno, es que si pasa por allí alguien no te van a reconocer. Por lo demás, una soberana estupidez.
Por último, si quereis ahorraros el espectáculo, lo mejor es atravesar el Parque un día de diario por la mañana bien temprano, antes de ir a currar. Sólo encontrareis a unos cuantos especímenes en chándal corriendo, un par de repartidores de helados y cocacolas en los kioskos, y una tía en traje de chaqueta y zapatillas, corriendo a currar porque va justa de hora. Y escuchando 5 canciones de Los Planetas a toda hostia.
Vale, sí, la patinadora buenorra con el culo apretado también estará por allí...

24 marzo 2006

 

Me he comprado una palmera de chocolate

Sí, en el Mallorca de al lado de mi curro. Porque yo lo valgo.
Porque es viernes. Porque me ha tocado pringar esta puta tarde de viernes mientras todo el mundo se echa la siesta, se va de compras, se va al gimnasio o simplemente se tira un pedo tirado en el sofá de su casa. Porque me han tocado los cojones toda la santa mañana. Porque se me avecina una primavera y un verano de traque, écoutez. Y sobre todo, porque a pesar de haber engordado un poco estos meses, necesito darle un chute de chocolate a mi body.
Y en eso estoy. Y mientras escribo y pringo las teclas de chocolate (que habrá que hacerle un templo al iluminado o iluminada que decidió hacer los ordenadores negros, porque si no, ni dios querría volver a escribir en este teclado pringoso) me doy cuenta de lo tristemente fácil que es hacer feliz a alguien. Porque con el acumulado que llevo encima esta semana (que menos mal que sólo tenía 4 días laborales, la muy hija de puta), ahora mismo debería estar pensando en tirarme desde la ventana de mi oficina*. Afortunadamente, estoy en un edificio inteligente, de esos de ventanas cerraditas que coartan toda posibilidad de defenestración. Y afortunadamente, el chute chocolatero ha conseguido que sonría por lo menos hasta que den las 19:30 y pueda escapar de mi prisión laboral. Y si me apuro, la sonrisa puede llegar hasta la hora de la cena homenaje de hoy, que en cuanto llegue a casa, voy a coger al Gato por los bigotes y le voy a arrastrar al restaurante más caro de Madrid. Que esta semana, nos pagan los atrasos.
Porque yo lo valgo, joder. Y porque como dice el Gato, por dinero va a ser, la hostia, todo ello pronunciado con el mejor acento vascongado.
Hasta más ver, majos.


* A los que están fuera de onda, les comunico que sí, que la Syl ha pasado de estar en un zulo de paredes acorazadas a un despacho más grande que una planta de su casa y con unas vistas de puta madre a las vistosas y económicas tiendas de este barrio. Eso sí, no penseis que supone un ascenso: ahora tengo dos sitios que atender, y voy casi peor que antes... En fins, al menos, si llueve o hace sol, lo puedo ver. Y sobre todo, tengo un alfeizar de metro y pico donde me puedo tirar las horas muertas cotilleando las mansiones de los vecinos. Siempre y cuando, tuviera tiempo para hacerlo, claro...

23 marzo 2006

 

Retomando las buenas costumbres

O como bien se dice, más vale tarde que nunca.
La cosa es que releer los blogs de mis colegas y enterarme de sus vidas cada poco rato me da una envidia tremenda y siempre pienso "joder, ¿y por qué no hago yo lo mismo, y me destapo en plan guarrilla de los 70 y pongo a tender públicamente mis trapos sucios y limpios?"
Así que aquí estoy. Podía haber dejado este blog como estaba, en homenaje al Gato caminante, pero pensándolo bien, lo dejaré como introducción, que me da pena perder todos esos post romanticones de julio pasado, y sobre todo, lo que más pena me da, es perder la foto de Panchito sobando como un lirón.
Sí, justo, el gato de la foto es el gato cabrón de mi hermana en un momento de relajo entre trastada y trastada. Otro día, colgaré la foto de su compañera de andanzas, Chapi, para que no se sienta agraviada.

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