06 junio 2006

 

No actualizo

Soy un pendón desorejao.
O bien siempre encuentro otros temas de conversación más amenos en otros blogs que no son éste. Y me voy de charleta por ahí sin escribir y fomentar las visitas a mi chiringo, que parezco gilipollas.
La cosa es que a lo largo del día encuentro siempre multitud de mierdas sobre las que escribir: las aventuras del transporte en esta ciudad, desde las conversas marujiles del 19 hasta cómo acertar con el vagón de la línea 1 de metro que justo tiene aire acondicionado; las vidas particulares de las abuelas de mi corrala; lo divertido que resulta saludar a la gente cuando atraviesas un pueblo, pí pí, y todo el mundo responde a tu saludo "¡con Dios!"; mi irrefrenable consumo de bisutería de plata (este domingo, la última adquisición, un anillo de concha chulísimo)...
La cosa es que al final el tema se diluye en la nada y como siempre me acuerdo del filón que sería escribir sobre ese tema justo cuando no tengo el puto teclado delante, se me pasan las ganas.
En el fondo, ni soy escritora fracasada ni nada. Lo que soy es un desastre que no tiene fuerza de voluntad para hacer la misma tarea todos los días de forma metódica. Un ejemplo. Hace 4 meses me encomendaron una estupenda presentación para unas jornadas laborales que cayeron del cielo como de la nada. Me entró un mosqueo tremendo, la verdad, porque es un marrón de cohones que tendría que exponer un tipo o tipa de otro departamento, pero como en este mundo siempre tiene que haber un pobre gilipollas al que le caen los marrones, esta vez la guinda me ha tocado a mí. La presentación tiene exactamente 18 diapositivas, que en 4 meses ya me vale, podría haber escrito El Quijote en powerpoint y con animaciones hipertextuales incluso, y lo peor lo peor lo peor de todo es que aún no la he terminado.
Tengo pendientes como 3 retoques, añadirle 4 mierdecillas de detalles, y joder, desarrollar aún una parte del tema que no he plasmado en ningún sitio más que en mi perola. Como me pegue una buena hostia por ahí y me quede amnésica verás tú qué risa le va a entrar a mi jefa. O no, que también pudiera ser, porque si me quedo amnésica a lo mejor me extravío por Madrid o alrededores, y paso a ser un número más en las listas de desaparecidos. Y la presentación la hace Rita.
Eso sí, estoy orgullosísima del título que mi compi catalana y yo elegimos para esa presentación. En un brainestormin telefónico, en medio del cabreo inicial, dejamos caer un título que no hubiese pasado por ningún filtro serio que se preciara. Lo mandamos en plan "hala, majos, ahí teneis el título, total así nos dais más tiempo para pensar otro cuando nos lo echeis atrás", pensando que en la vida colaría semejante vacile, y mira tú por dónde, el título ha colado… (eso ya os lo explicaré en otro post, que ya que he vuelto a las andadas de escribir, no voy a gastar ahora todas las balas en el mismo disparo).
¿Y a qué coño venía todo esto? Ah, sí, ya sé. El tema es que las jornadas son dentro de 10 días y aquí la menda este jueves y viernes no va a venir a trabajar porque se le ha instalado un alien en el ojo (angioma, para los colegas, algo que le sale a los recién nacidos; a la vejez, viruelas, que diría mi madre). Así que me apuesto el angioma ocular a que mañana no terminaré la puta presentación ni de coña, y voy a ver venir las collejas desde tierras catalanas en puente aéreo derechitas mi cabeza…
Como despedida, os dejo un bonito retrato de lo que tengo en el ojo. Pero un tanto más descomunal… En fins… A ver si para la próxima vez, tardo un mes menos en volver por aquí.
Besos.

19 abril 2006

 

Lucía

¿Por qué cambiamos tanto a veces?
Entiendo que todos tenemos una vida ajetreada, que a veces cuesta mantener las amistades, el contacto, hablar, mimarse… y también entiendo que yo a veces tiro por tierra mis ganas de relacionarme con el mundo, y me escondo en mi mundo particular (en concreto, mi chamizo) y no estoy para nadie, repito, para nadie. Pero es que hoy… hoy ha sido la gota que ha colmado el vaso.
Una amiga, qué cohones, una buenísima amiga, una grandísima amiga, alguien a quién quiero mogollón, que me ayudó en un momento muy jodido de mi vida, estaba tan sólo a 15 min. de autobús de mi trabajo, a puntito de coger un tren, después de llevar 1 semana en Madrid por un tema bastante triste. Y lo peor es que no ha sido capaz de llamarme para decirme, hola, tía, estoy cerca, estoy jodida, te necesito, vamos a quedar.
Sé que no es sólo su culpa, que también es la mía, por alejarnos la una de la otra, por dejar correr los meses uno detrás de otro sin llamarnos, por enviar mails impersonales, porque hay 400 kms. de distancia entre las dos, por percibir poco a poco cómo la amistad se diluye despacio y deja sólo un pequeño halo de compromiso, y no hacer nada ninguna de las dos para remediarlo.
Al descolgar hoy el teléfono, su tono de voz me decía ya muchas cosas. Oía su sensación de culpa, de ahora no me apetece tener que hablar justo contigo (pero es que la llamada oculta a veces nos juega pasadas un tanto desagradables). Y también he oído a su hija gritar a través del teléfono, una niña a la que prácticamente no conozco (fue muy bestia que hace unas semanas me enviara una foto de la criatura con unas niñas de la guardería, y no pudiera reconocerla entre ellas), porque tiene casi 3 años y la última vez que la vi no caminaba. Y he oído sus excusas (ha sido horrible, no hemos avisado a nadie, estamos un poco perdidos) y sé que realmente ha sido horrible, y que están un poco perdidos. Pero me han sonado a eso, a excusas. Porque sé que sí ha avisado a gente, lo sé de sobra. Porque yo me he quedado en el limbo, y me he enterado de todo de casualidad, sólo porque he decidido llamarla, en un arrebato de saber de ella. Porque cuando uno está jodido lo que quiere es que sus amigos estén con él, que le ayuden, que le hagan el camino más fácil. Y si ella no ha sabido llamarme en estos momentos, entiendo que es porque no me necesita. Y eso me duele un huevo, porque ella sí está en mi pensamiento. No a diario, eso sí, pero muy a menudo. Tan a menudo como cuando abro la vitrina de mis cedes y veo la foto de las dos abrazadas en una terraza de Lavapiés.
Así que ahora no sé si llamarla, enviarle un correo, decirle que la echo un montón de menos, que quiero que vuelvan aquellos tiempos de risas y Martinis, o simplemente borrar su número de móvil de mi agenda para siempre. Y francamente, ninguna de las opciones me parece la más adecuada. Creo que sólo me apetece cantar.

Vuela esta canción
para ti, Lucía,
la más bella historia de amor
que tuve y tendré.
Es una carta de amor
que se lleva el viento
pintado en mi voz
a ninguna parte
a ningún buzón.

11 abril 2006

 

Lo reconozco: ayer disfruté con "Hoy no me puedo levantar"

No sé si es casposo o no, pero me lo pasé bien, muy bien. Bailé, grité y canté como hacía tiempo. Y es que en 4 horas y media que dura el puto musical, puedes hacer de todo. Fue un regalo que le hice al Gato por su cumpleaños, aunque aquí, entre nosotros, en el fondo yo llevaba mogollón de tiempo queriendo ir. Eso sí, quedé de puta madre gastándome un pastón en las dos entradas, pero creo que a estas alturas, el Gato se ha dado cuenta de mi ardid.
Lo que sí está claro, es que ha sido como una regresión a los años 80. Han vuelto a mi memoria todas aquellas canciones que mi Sister y yo cantábamos a grito pelao por casa, aquellas broncas brutales que teníamos, rompiéndonos las cintas de cassette de Mecano en plan vendetta (dios, acabo de recordar que me cargué una suya de Glen Medeiros, qué horror de pavo, qué pelos, qué canciones, qué peinados...), y hoy me he pasado el día (además de tocándome los cojoncillos a dos manos) recordando viejos (y terribles) tiempos, para qué nos vamos a engañar.
Eso sí, en el teatro me percaté que había un público poco acostumbrado a ir al idem, haciendo fotos a diestro y siniestro, y todo en general un poco cateto. Pero bueno, que me dió igual. Que me lo pasé de puta madre, y que recomiendo a cualquier fan ochentero que disfrutaba con Mecano a pasarse por allí, que lo va a disfrutar tanto como yo.

PD. Imagino que los post se llenarán de comentarios de todos los amigos frikis que tengo, diciendo que vaya mierda de música hacía Mecano, que eran unos guays, que sólo le gustaban a los pijos, y ka ka ka ka ka ka. Pero me da igual. De hecho, si me pongo a pensar, no sé por qué disfruté tanto haciendo esa regresión musical. Igual es porque de aquella época, y por razones que no vienen al caso, sólo guardo eso como un buen recuerdo.
Y qué coño si al final sólo me lee ATT. Francamente, podría llamarla y contarle todo esto por teléfono y me ahorraría un rato tecleando, pero me apetece escribir. Además, tenía 1/2 horilla guarra que gastar antes de salir del curro.

31 marzo 2006

 

Es viernes otra vez...

... y yo he decidido volver a casa andando atravesando el Retiro.
Y pensareis que estoy un poco tarada, pero es que con esto del cambio de hora mola lo de salir de currar de día y ver que se pueden hacer muchas más cosas. El tema es que no sé por qué en enero no lo hacemos igual (vale, sí, me argumentareis que por causa del frío), pero es que tenemos las mismas necesidades en enero que en mayo, y si bajas por el Retiro a las 8 de la tarde de enero no hay ni Blas (quitando a algún violador despistado o un yonqui buscando entre las yerbas un poco de maría congelada), y si bajas en mitad de abril, está todo lleno de una fauna variopinta.
Porque mira que se mueve una variada tipología faunística por el Retiro una tarde de primavera.
El peor grupo lo conforman las parejitas saboreando el despertar de las hormonas, tirados por el césped, retozando, tocándose los genitales, o bien potreando unos encima de otros en un banco. Porque fijo que pasas por allí cuando estás más sola que la una, más jodida que Herodes, te han dejado tirada en una cita importante, o tienes unas telarañas en la entrepierna de flipar. Dan ganas de ir a decirles cualquier burrada, o pasar de largo, hacerse un dedo (si la cosa está ya muy encendida) en el banco de al lado en plan voyateur salida.
Luego están los tarados de los patines, que lo llenan todo. Porque es que invaden todas las avenidas asfaltadas, los muy cansos. Joder, que se vayan a patinar por la Castellana, si hay cohones. Al menos la mayoría están bien entrenados y son espabilados a la hora de moverse entre la gente, pero luego ves al típico o típica torpe, lanzada en alguna cuesta, rezando todo lo que se le ocurre, y estampanándose de cabeza en la fuente del Ángel Caído (lo cual tiene su gracia, claro). A mí esos son los que más me molan, porque entretienen mogollón. Sólo hay que quedarse en un banquito mirando y haciendo una porra para ver cuántos se van a hostiar ese día delante de tu careto. Ayuda bastante repartir un poquito de aceite sobre el asfalto, la verdad... Porque entonces caeran los listos y los torpes...
El grupo "familia" es el más aburrido. Carritos y más carritos, con todos los accesorios, el biberón a juego con el chupete, el babero a juego con el pañal, el niño todo vestidito de azul corriendo, la madre tirando de él porque se quiere tirar al estanque a matar un pato, el padre mirando el culo apretadito de la patinadora que pasa a su lado... Todo un cuadro. Aburridísimo. Yo de mayor no quiero tener una familia de ese estilo porque debe ser un coñazo de impresión.
Los viejetes son los que menos guerra dan, comiendo pipas en sus bancos y de charleta con el resto de sus colegas vejetes; al igual que los guiris, que los pobres simplemente sacan su cámara de fotos y se forran a sacar las barcas del Estanque, o el geiser del Palacio de Cristal, o el culo prieto de la patinadora que ha vuelto a pasar por enésima vez por el Paseo de Coches...
Pero los peores peores peores del todo son (por este estricto orden de menor a mayor): los músicos que no saben tocar ni una sola nota, los puestos de marionetas llenitos de críos alrededor gritando y los que se disfrazan de Piolín, ratón Mickey, Teletubbie o similar. Porque mira que hay que ser gilipollas para plantarte un sábado o un domingo en una esquina, con 25 grados a la sombra, disfrazado con un traje casposo y lleno de bolas, a decir chorradas y hacer el moñas. Lo único bueno, es que si pasa por allí alguien no te van a reconocer. Por lo demás, una soberana estupidez.
Por último, si quereis ahorraros el espectáculo, lo mejor es atravesar el Parque un día de diario por la mañana bien temprano, antes de ir a currar. Sólo encontrareis a unos cuantos especímenes en chándal corriendo, un par de repartidores de helados y cocacolas en los kioskos, y una tía en traje de chaqueta y zapatillas, corriendo a currar porque va justa de hora. Y escuchando 5 canciones de Los Planetas a toda hostia.
Vale, sí, la patinadora buenorra con el culo apretado también estará por allí...

24 marzo 2006

 

Me he comprado una palmera de chocolate

Sí, en el Mallorca de al lado de mi curro. Porque yo lo valgo.
Porque es viernes. Porque me ha tocado pringar esta puta tarde de viernes mientras todo el mundo se echa la siesta, se va de compras, se va al gimnasio o simplemente se tira un pedo tirado en el sofá de su casa. Porque me han tocado los cojones toda la santa mañana. Porque se me avecina una primavera y un verano de traque, écoutez. Y sobre todo, porque a pesar de haber engordado un poco estos meses, necesito darle un chute de chocolate a mi body.
Y en eso estoy. Y mientras escribo y pringo las teclas de chocolate (que habrá que hacerle un templo al iluminado o iluminada que decidió hacer los ordenadores negros, porque si no, ni dios querría volver a escribir en este teclado pringoso) me doy cuenta de lo tristemente fácil que es hacer feliz a alguien. Porque con el acumulado que llevo encima esta semana (que menos mal que sólo tenía 4 días laborales, la muy hija de puta), ahora mismo debería estar pensando en tirarme desde la ventana de mi oficina*. Afortunadamente, estoy en un edificio inteligente, de esos de ventanas cerraditas que coartan toda posibilidad de defenestración. Y afortunadamente, el chute chocolatero ha conseguido que sonría por lo menos hasta que den las 19:30 y pueda escapar de mi prisión laboral. Y si me apuro, la sonrisa puede llegar hasta la hora de la cena homenaje de hoy, que en cuanto llegue a casa, voy a coger al Gato por los bigotes y le voy a arrastrar al restaurante más caro de Madrid. Que esta semana, nos pagan los atrasos.
Porque yo lo valgo, joder. Y porque como dice el Gato, por dinero va a ser, la hostia, todo ello pronunciado con el mejor acento vascongado.
Hasta más ver, majos.


* A los que están fuera de onda, les comunico que sí, que la Syl ha pasado de estar en un zulo de paredes acorazadas a un despacho más grande que una planta de su casa y con unas vistas de puta madre a las vistosas y económicas tiendas de este barrio. Eso sí, no penseis que supone un ascenso: ahora tengo dos sitios que atender, y voy casi peor que antes... En fins, al menos, si llueve o hace sol, lo puedo ver. Y sobre todo, tengo un alfeizar de metro y pico donde me puedo tirar las horas muertas cotilleando las mansiones de los vecinos. Siempre y cuando, tuviera tiempo para hacerlo, claro...

23 marzo 2006

 

Retomando las buenas costumbres

O como bien se dice, más vale tarde que nunca.
La cosa es que releer los blogs de mis colegas y enterarme de sus vidas cada poco rato me da una envidia tremenda y siempre pienso "joder, ¿y por qué no hago yo lo mismo, y me destapo en plan guarrilla de los 70 y pongo a tender públicamente mis trapos sucios y limpios?"
Así que aquí estoy. Podía haber dejado este blog como estaba, en homenaje al Gato caminante, pero pensándolo bien, lo dejaré como introducción, que me da pena perder todos esos post romanticones de julio pasado, y sobre todo, lo que más pena me da, es perder la foto de Panchito sobando como un lirón.
Sí, justo, el gato de la foto es el gato cabrón de mi hermana en un momento de relajo entre trastada y trastada. Otro día, colgaré la foto de su compañera de andanzas, Chapi, para que no se sienta agraviada.

15 julio 2005

 

Monte do Gozo - Santiago (5 kms.)

Has llegado!!!
Bueno, es genial. Por fin mi gato ha aterrizado en Santiago, que ya era hora.
Tengo unas ganas locas de verte, pero tendré que esperar al domingo, con su carga de nervios del fin de semana.
Es igual, porque sé que te daré el abrazo más dulce del mundo en el aeropuerto y el beso más salvaje que te dejará sin aliento.
Qué nervios, qué nervios...

PD. La siesta de la tarde del viennes ha sido de traque, écoutez! Y ahora, en breves, me largo al parque de las tetas con el Marqués, a ver ponerse el sol detrás de los edificios de Madris. A ver si la semana que viene nos podemos subir los dos, que quiero un día disfrutar contigo de esas vistas. Muackis!

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